Repentinamente.
Confieso
que la vida me ha brindado situaciones que me han hecho crecer y ser
feliz. La vida está compuesta de
momentos y de repente comprendes sin disimulos que debes compartir el tiempo
con la gente que quiere estar a tu lado.
Hay
personas que no quieren seguir en este plano terrenal, se complican todo, quejándose
de cada detalle, no limpian el panorama lo dejan empañado, aferrándose a perderse
sin encontrar el sentido. Siempre hay razones para continuar, siempre hay
riesgos que tomar, habrá días complicados que nos dejaran una enseñanza sólida
y una claridad suficiente para emprender nuevas aventuras.
Encontrar
una mirada perdida y una mente con una tormenta interminable es un desafío
infinito que debes trabajar con delicadeza para que cambie de trayecto y dosificar
la Fe que se ha perdido, escuchar una voz débil y abrumada debe ser un
aliciente para dar impulso a que los malos pensamientos mueran para que estos
se conviertan en abono de prosperidad y abundancia.
Llorar
sirve para hacer un caudal de esperanza y tranquilidad, es quitarse de encima
lo que no acomoda, lo que no convence, lo que no es necesario pero esas
lagrimas deben de convertirse en sonrisas que motiven a otros a multiplicar la acción.
Todo
se puede modificar es cuestión de actitud. No podemos pasarnos la vida buscando
culpables a lo que nos pasa, no podemos entregar todo de un solo golpe, debemos
sentir ese amor que nace en nosotros y eso debe de fortificar la visión que a diario
tenemos de la vida. Debemos de meditar lo que decimos y hacemos, comprender que
si nos sentimos solos es porque así lo
queremos cuando la realidad nos demuestra que tenemos un mundo de posibilidades
donde sostenernos. Si estas mal físicamente has que mentalmente no haya
pesadumbre y terremotos que derrumben todo lo construido en tiempos
maravillosos y precisos, no permitas que los malos ratos te estanquen en un
episodio de angustia y paranoia, no busques con tenacidad aquello que te pone
mal.
Confieso
que alguna vez me he sentido en el ojo del huracán pero he aprendido que los
salvavidas están presentes y que en ocasiones exageramos cuando todo tiene una proporción
que no debe de atemorizar, trato de estar en plena serenidad cuando pienso y
decido, cuando me expreso puedo ser un inofensivo orador o un terrible ser que
pierde el control pero intento ser transparente para que todo lleve un orden
apropiado.
He
cambiado porque repentinamente la vida te conduce a lo más maravilloso y grandioso,
me manifiesto en plenitud y ahora valoro lo que quizá siempre ha sido
importante pero yo no lo creía. Gozo de despertar con motivos sobresalientes y
proyectos que tomaran forma con el tiempo, no cedo a las arrugas aunque las
canas me invadan y creo que todo es posible a medida que así lo decretemos. Me
duele saber que en el mundo hay personas que pierdan esos fundamentos de querer
estar con vida, quizá el panorama es grave pero debemos obligarnos al análisis de
las circunstancias.
Si
conoces a alguien que está perdiendo el brillo, no lo dejes que se lo trague la
obscuridad. Cuéntale que eres sobreviviente de batallas, luchas y guerras, dile
que es valioso que todo está en sus manos, hazlo reflexionar y empújalo a la
superficie donde las respuestas son sencillas y verdaderas. Tiende tu mano a quien la
necesite, insiste en que el cambio puede ser efectivo si lo provocamos.
No
hay que morir intentando ser felices cuando hay condiciones para serlo y para
comprender que la vida está compuesta de momentos y estos serán recuerdos para
aquellos que nos aman.
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