Mi personaje.
Como
inventar una historia sobre otra cuando lo evidente está en los recuerdos de
aquellos que colisionaron con todo este montón de palabras que eran misiles
oportunos para cambiar de trayecto.
Esos rostros
que van de un lado a otro parecen perseguir la noche donde la lluvia pertinaz
es intolerante y empapa esas razones acartonadas e indescriptibles que rememora
todo aquello que el tiempo se ha encargado de encerrar en un calabozo. La
tormenta deja a su paso tantas piedras que hacen tropezar al tenaz individuo evadiendo
los manotazos y justificando sus actos circenses como si esto fuera una virtud
elocuente y maravillosa.
Se
siente perseguido por esos miedos insolentes que solo descomponen lo que parece
ser color de rosa, esos voces no dejan que los días sean totalmente soleados,
los quejidos de esa risa burlona es notoria cuando la valentía es el única que
se anima a asomarse para retar a las interrogantes amenazadoras que se van
consumiendo con esa música que explica todo de forma recurrente y dolorosa
aunque hay quien la hace fiesta para seguir huyendo de lo que todos saben y
todos afirman sin hacer un pronunciamiento claro y sencillo.
Los gritos
de esas largas paredes azotan los recuerdos de tantas despedidas y añoran las
bienvenidas que van escanciando porque la primavera no es eterna como los
osados desean, esos pasos retumban en la mente de los que han visto envejecer
la alegría y la han acompañado en su muerte, esos claroscuros se convierten en
una oportunidad de opacar la desgracia para
encontrar un nuevo comienzo que ilumina esas aguas mansas. No podemos corregir
la historia que se conserva errática sin resguardar argumentos sólidos ya que
el viento se lo ha llevado todo. La pereza absorbe toda posibilidad de reacción
y oxida los engranes para que algún día el reloj se detenga y el debate arroje
tantos puntos de vista que hagan extraviar esas conclusiones anheladas por el
aventurero incansable.
No hay reflexión
que lo haga claudicar porque la terquedad es audaz ante la debilidad de sus
conceptos limitados ante un mundo cómodo y sin sufrimiento. Mi personaje es
fastuoso ante lo gris que parece la redacción, es ansioso ante los puntos y
aparte, es insolente ante las modificaciones que hay en su tiempo y forma pero
sigue vivo en esta mente que lo maltrata y se burla de su angustia indefinida.
Este personaje es parte de los ciclos inconclusos y nefastos de lo que he
observado, es un sujeto que no quiere perdonar porque sostiene que no puede
olvidar, es un flamante y nervioso chaval que no comprende al amor como algo necesario
para sobrevivir y solo se entierra con
esas estúpidas fauces de placer. En algún momento mi personaje que es todo un
profesional de la mentira tendrá que morir arrepentido de todo el mal que ha
regado en esos jardines de flores primorosas y fuentes encantadoras, en algún momento
tendrá que estar en aprietos para que aprenda a respetar las reglas y a sus semejantes
desprendiéndose de ese poder que solo lo hace imponer sus pensamientos
tenebrosos.
Esos
rostros solo ven a mi personaje con cierto desprecio y un rechazo marcado es
cuando decido borrar todo y empezar de nuevo para no herir susceptibilidades, trato
de alejarme de la realidad e inventar un cuento de princesas adoradas y de
buenos sentimientos pero al final mi creatividad
termina sacudiéndose con la crueldad y la indiferencia. La discordia entre lo
que puede ser y no me hace respetar la sinergia de lo que mis emociones crean
sin compasión culminando con un ejercicio de libertad fundamental para la vida
de los personajes que son de carne y hueso.
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