Anzuelos.
Imagínate que estas
en un día de pesca y que todo resultara magnifico, que la espera valdrá la
pena.
Cientos de peces van
de un lado a otro disfrutando de la libertad, buscando un clima cálido donde
puedan mantenerse quietos esperando continuar su viaje. De repente llegas a ese
sitio paradisíaco y preparas el anzuelo que te dará la gloria de tener un gran
ejemplar y de satisfacer tu estómago.
Hay quien muerde el
anzuelo todo el tiempo y reacciona de forma voraz, no le importa que es lo que
provoque simplemente hace una contestación conforme a sus ideas, limitaciones y
perspectivas generando reflexiones, carcajadas y dando paso al debate si es necesario. Esos anzuelos
te han causado laceraciones que no sanan porque no les has dado el tiempo
preciso, la inercia te invade y no te quedas callado, aunque es claro que si
emites respuesta después quieres pasar desapercibido con tal de salir
triunfador.
Hay anzuelos que
simplemente se lanzan para distraerse en el tiempo, no tiene ninguna finalidad,
pero siempre habrá peces que quieran quedar atrapados, apropiándose de algo que
no iba dirigido a ellos pero lo toman como un asunto personal. Después de unos
minutos observo al pez desesperado y hago lo correcto para dejarlo escapar pero
tardo más en hacer ese proceso de salvación cuando ya veo que anda rondado otro
de mis suculentos anzuelos para volver a caer y hacer de esto una historia sin
fin.
Ubiquémonos en esta
laguna de riquezas inesperadas, donde no todo el tiempo estaremos en el mismo
lugar, donde encontraremos gente valiosa, donde dejaremos personas que quizá
prefieren seguir en el mismo punto y no avanzar, hallaremos minutos de reflexión
para hacer una discusión interna de lo que queremos y de lo que tenemos que
desechar para seguir en esta ardua pesca de metas, momentos, anécdotas, peces
gordos de ego, especímenes amorfos, ratos de soledad, instantes de intensa compañía,
siempre con la idea de hacer el bien sin ver a quién y evitando a los malos que con el simple quejido del
viento se sienten ofendidos o superiores.
Todos hemos mordido
el anzuelo pero con el paso del tiempo, te das cuenta que eso no es apropiado
porque solo te lastimas y te dejas marcas algunas imborrables, entonces saber
que los anzuelos significan un peligro y ya sabes si tomar el riesgo o pasar de
largo para disfrutar de aguas gélidas y templadas. Inevitablemente todos
debemos saber que sensación provoca un anzuelo
para crecer, madurar, cuestionar, reconocer y valorar nuestra
existencia.
Todos hemos pasado por
el papel de pescadores y pescados, es ahí donde la comprensión llega al cenit
de los sentimientos y las emociones sin dejar nada a la deriva, tu conciencia
despierta y tu espíritu se vuelca a la transformación, manteniéndote alerta de
lo que te corresponde, haciéndote responsable de tus actos, desintoxicándote de
todo aquello que no te deja una experiencia enriquecedora.
Todavía hay muchos
anzuelos de los cuales queremos huir o deseamos profundamente morder, hay peces
que no volverán a la laguna, hay pescadores que volverán todos los días, es así
como el cambio constante permanece. Algunos se exasperan por no atrapar nada, otros
les gusta sentir como el anzuelo desgarra y causa dolor, hay pescadores que
desesperan y se marchan, otros son aliados de la paciencia. Hay peces astutos y
sobreviven a la invasión de inminentes amenazas, escapando de lo que puede ser
su posible final para ocultarse entre los lirios dando paso a futuras
generaciones y esto sea un cuento de nunca acabar.
Si el agua esta
revuelta espera a que se calme, y puedas asomarte para ver tu rostro y saber si
es un buen día para preparar el anzuelo o ser capturado por uno de ellos.
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