Promesas.
Existen promesas de
vida, que toman un papel fundamental para alcanzar una meta o superar una
adversidad. Siempre tendremos miedo a lo desconocido y eso nos vuelve perceptivos
a todo lo que acontece, esos nervios nos recorrerán cada centímetro y nos mantendrán
alerta, debemos estar preparados para lo que venga y no dejarnos vencer. Haremos
infinidad de oraciones, plegarias, peticiones, pero lo mas importante es la
fortaleza mental y espiritual que fecundemos en ese lapso de incertidumbre.
Las noticias
llegaran en el momento preciso. Es cuando toda nuestra sabiduría se expenderá a
su máximo para saber que caminos tomar ante lo establecido por el destino. Quizá
la vulnerabilidad nos aceche y nos someta, pero en el fondo hay corazonadas que
nos indican que hay esperanza, hay una puerta intacta que nos espera y ahí hay
una habitación con una atmosfera relajada que nos invita a serenarnos por
nuestro bien.
En el sendero habrá lágrimas,
desesperación, intolerancia, enfado y emociones encontradas. Nuestra mirada no
debe distraerse y debe estar puesta en respuestas positivas y que nos den un
abrazo afectuoso con ese mensaje que nos deje tranquilos y esperando las notas
que nos hagan despertar en una realidad irrefutable. Es cuando tendremos que
volver a las promesas y enfocarnos al valor de las palabras expresadas, con el
fin de lograr el objetivo de permanecer resistente a los posibles escenarios.
Todos en algún momento
prometemos y muchas veces dejamos inconclusos los ofrecimientos, pero siempre
hay un lapso donde las situaciones caen por su propio peso y es cuando la
conciencia comienza a clasificar las prioridades, nos da la oportunidad de
pensar con paciencia, nos damos la coyuntura para remover todas esas piezas que
no funcionan en nuestro actuar. Descubrimos entornos que nos invitan a estrechar
con nuevas ideas, con eso que nos dará un impulso para mejorar, crecer y
disponer de nuestras capacidades para fortalecer el amor que cargamos.
Si nos comprometemos
con honestidad, todo saldrá al pie de la letra. Reparemos esas fibras que nos acongojan,
esos elementos que nos paralizan y nos alejan de la convivencia. No nos creamos
invencibles cuando somos seres con equivocaciones mayúsculas, con malas
decisiones y con una manera de ser que puede desarticular todo rastro de armonía.
No quieras tener la razón, cuando las acciones hablan por si solas, no
pretendas salir limpio del ruedo de ideas, ideales y perspectivas. De vez en cuando recuerda esas promesas, esas
que son contigo mismo, esas son las que valen y son las que se deben cumplir
sin excusas.
Si alguna vez
dijiste que nada te detendría, pues cúmplelo, es necesario hacerlo en este
mundo lleno de controversia, miedos y flaquezas. No olvides las esencias que te
hacen protagonista, que te hacen único y que te conducen por un túnel de incógnitas
y respuestas complicadas de entender. Seduce con tu presencia, enumera las
promesas y no retrocedas. Rehabilita esos rincones que sin querer has
clausurado y remodela todo lo que tienes ahí arrumbado, realiza lo que llevas
en la mente, no importa que los demás te estén mirando, ve con seguridad y cumple.
Todo será claro en
el instante idóneo, las respuestas que esperaste te revelaran lo gentil y
prudente que eres. Las promesas cumplidas se reflejarán en el sentido, en el
estado de animo y en la inspiración que te obligara a inventar puentes de
transparencia, haciendo que te des cuenta que todo es posible, solo no pierdas
la fe en ti. Con el tiempo harás promesas que cumplirás porque tienes todo para
lograrlo y una satisfacción enorme te susurrara que lo se emprende vale el
esfuerzo.
No rompas la conexión
que te hace un ser potencialmente maravilloso, que eso sea una promesa.
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