Llegaran otros sismos y otras tormentas.
Cuando cae una
tormenta, cuando nos sorprende un sismo, es ahí cuando aparecen los perdidos,
esos seres que no recuerdan a las personas en la cotidianidad y solo cuando los
riesgos son mayúsculos. Me gustaría que supieras como me siento después de
estos tres meses, pero no eres acreedor a mi confianza, quizá porque tu falta
de tacto y disposición son nulas, quizá soy responsable y también tengo la opción
de buscarte, pero no me da la gana, porque no me inspiras familiaridad.
Entonces después de
la calamidad, haces todo lo necesario para hacerte presente y te contesto lo
que solicitas saber, así de simple, para que profundizar, para que darte detalles
de mi aventura en esta burbuja de confusiones, informaciones y resoluciones. He
sido indiferente, porque no hay recursos en los que podamos armar una balsa y
andar juntos para afrontar las corrientes, cada quien ha buscado su espiritualidad,
despertado su rebeldía y al final cada quien se extravía en sus divertimentos clandestinos.
Hemos pisado el fango, aunque muchos quieren pasar con una estela de pureza,
eso es imposible, pues están condenados por sus acciones retorcidas, abusivas e
inoportunas. Un junio donde no hay nada que festejar, porque seguimos en estado
de alerta y nos encontramos en un punto de aire viciado.
Solo te importa
comer, dormir y estar entretenido en tus intereses, caes en una rutina que insinúa
que eres extremadamente egoísta, que clamas porque el rojo no cambe a verde,
porque tienes una comodidad intransferible y piensas que todos los conflictos
antes de la crisis han quedado resueltos, pero la realidad es contundente y solo
los ha dejado en pausa. La arena nos lastima los ojos y nos mantiene con los sentidos
confusos, dando pasos desequilibrados y forzamos los reflejos para saber si
podemos llegar a sostenernos de lo que creemos una salvación. Después del susto todos han vuelto a sus actividades,
dejando a la deriva todos los argumentos que se van descomponiendo y quedándose
en una oscuridad ingrata.
Todo debe de
continuar, con convicciones firmes y quitando lo que estorba. La decadencia que
nos alcanza, es un recipiente sin salida, todos creemos en diferentes
esperanzas y todos nos alegramos de distintas situaciones, dejando que el
destino se modifique constantemente, todos quieren estar cerca, todos quieren
mantenerse lejos, es un arrebato de emociones, que nos introduce en colapso de
pensamientos atrevidos y orientados a la fragilidad de los caminos
transitables.
Llegaran otros sismos
y otras tormentas, la misma escena se repetirá, esos hechos traerán de vuelta a
los que son expertos en desaparecer, a los que toman la tragedia como
oportunidad de sacar su lado humano y de ocupación. Vaya que solo las
desgracias ponen en alerta a los que están perplejos en su existencia, a los
que juegan a las escondidas haciendo lo que no se debe de hacer, a los que solo
husmean para no perderse la cronología y los que solo tienen un deseo carnal
insaciable, y cuando todo este en calma regresan a sus incontables historias
llenas de imperfección como todas.
Las circunstancias dinamitaran
todo lo que hemos consolidado, las palabras quedaran en un archivo muerto, las
buenas acciones florecerán, los detalles figuraran en un campo con olor a
batallas insaciables, la muchedumbre morirá en un instante, la mafia celebrara su
más reciente engaño, los salpicados de soledad añoraran los momentos de festejo
y la música será un idioma que nos resguardara de la sacudida y de la inundación.
Observo como comes, como duermes, como no te importan las apariencias y así los
días pasan sin mayor impresión, dejando un dormitorio lleno de huesos, escombros
y paredes con humedad.
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