Con tal de ser feliz.
El día que nos
quitemos la venda de los ojos y destrocemos esa idea de ojo por ojo y diente por
diente, el día que las amenazas disfrazadas terminen es posible que
comprendamos el contexto de todos los seres que habitan a nuestro alrededor. Mientras
todo seguirá girando entorno a los egos que se inflan evitando reventar, el
deseo de obtener es algo que nos priva de tranquilidad, el identificarnos con
lo que dice aquel es un anuncio a la reflexión.
Estas sentado
observando como la vida pasa, dando buenos deseos, esperando a que todos se
cuiden, anhelando situaciones que no volverán, esperanzado que todos sigan
creyendo lo buena gente que eres, pero sabes en el fondo que te escapas de ves
en cuando a lo que no debes hacer, así eres, dices que nadie te hará cambiar,
que eres feliz y que tus suposiciones pueden ser ciertas. Vaya que te has
divertido, eres terco, consigues lo que quieres, en ocasiones sin importar que
riesgos corras, te atreves a entrar en controversia, te muestras como un
rebelde y no tienes compasión. Sigues sin tener tiempo, crees que eso es lo
correcto, quizá sí, porque eso te da sustento, pero no te da la suficiente paz,
continúas inventando un dialogo interno que te da alas para combinar tu ambición
con la bondad que está en escasez. Bonito
es lo que sientes, cuando hay un espacio cómodo, cuando en verdad te adentras a
lo que hay en ese mar revuelto, recuerdas cuando eras un flamante desquiciado, te
proyectas en un campo minado, te atemorizas, después ríes como una forma de
entretener la tiranía que todavía te controla. A lo lejos escuchas fanfarrias,
te sientes triste porque no sabes de que se trata y es cuando sales a buscar
gloria, te expones y olvidas la tragedia, con tal de ser feliz.
Te observas pálido,
cansado, desesperado. La soledad te cobija, es reconfortante, esa calidez te
bofetea, te hace despertar, te moja la cara, te hace inspirarte. No te quieres
levantar, porque crees que hoy todo está resuelto, saboreas ese instante de
flojera y después retomas el ritmo. No quieres quedarte atrás, comienzas una competición,
esa donde solo tú mueves las piezas, tomas ventaja y sabes que no hay un rival
que te haga dudar, la locura esta montada en esa larga silueta, das jaloneos innecesarios,
gritas esas verdades que inventas, murmuras unas frases insensatas, sigues
conservando lazos con en esos seres que crees tus aliados. Nada te desanima, te
alegras por lo que le pasa a lo demás y sigues deseando lo que por el momento
es prohibido, informas cosas que a ti no te incumben y te mantienes en un
equilibrio obsceno.
Sigues con sed de
venganza, escribes en las paredes de tus sueños, todas esas amenazas, todas las
inconformidades que te tienen atrapado, las cadenas invisibles te acechan en
una posición de descanso y no te dejan indagar que sucede y que sucederá. Te precipitas
y entonas una canción, te envuelves en el pasado, desgastando el presente y queriendo
rescatar un futuro que es una incógnita. El dolor te vence, la pesadez te tira,
la grosería te envenena, te conviertes en un ser que solo busca quedarse
quieto, en espera de atacar y convencer que hay empatía en un alma que esta en
proceso de sanación, de aprendizaje y desahogo.
Estas herido de perfección,
de creer que todo esta bien. Las golondrinas intentan explicarte que todo es efímero,
pero estas estancado en el invierno, te has muerto en el frio de tus decadentes
emociones, estas intentando encender una fogata, pero es inútil, pues estas
atado a lo que siempre supones y sientes.
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