Horas de paz.
Unas horas de paz. Así
transcurrieron los días para entender cual es el punto de quiebre de toda esta introspección,
los ojos fijos en aquel punto misterioso que resuena en la mente y ese silencio
profundo que solo se traducía en lágrimas. En ocasiones no queremos entender la
vida por simple indiferencia y por un racimo de locuras que están impulsadas
por el ego, el viento nuevo me enreda y me vuelve un guerrero en busca de la reconciliación
con la razón.
Las piedras me
hablan de caminos insospechados y la gente se marcha con sus diversiones
enajenadas en un suspiro de querer obtener un escape, las sonrisas duran solo
unos segundos cuando el sol se despide y nos deja una tregua de pensamientos
incomodos que raspan las paredes del cráneo como si algo se ocultara ahí, las olas
se revientan como si fuera un acto de rebelión y todos siguen su rumbo, en
medio de hogueras que queman y que solo dejan una anécdota infinita.
Es valido extrañar
cuando el amor fue una telaraña que enredo sin temor, porque algunos aman de la
noche a la mañana como si el amor no tuviera un precio irrelevante, lo toman
como si fuera una melodía melosa de promesas y momentos lindos, pero se debe ver
más allá, porque es una proeza de convivencia y de honorabilidad. No puedes
sujetar las relaciones como si estas estuvieran con un grado de eternidad, se
debe soltar por respeto, por elocuencia, por decisión ecuánime, se debe exaltar
la paz que se va construyendo con inteligencia y sabiduría.
Llorar libera como
si se tratara de una manada en cautiverio, dejar en libertad todo eso que sin
querer atamos para solo dar vueltas sin remedio, no ganamos nada con estar como
locos despiadados envueltos en una catástrofe inexistente. Las elecciones de
vida son las que hunden o nos hacen emerger y es así como esto funciona de
forma sistemática, pero también hay que atrevernos a romper mecanismos y
entonar un himno de aceptación y peripecia.
Te resguardas por
unos días en ese lugar que te ha dado cobijo y sentido. Uno vuelve a los
lugares donde es feliz, uno se mantiene a flote por esa garra que esta
despierta las veinticuatro horas, los remolinos transforman toda indumentaria ocupada
en los sueños más recónditos. Amor es una forma de estrechar una ironía descrita
por aquellos osados, es una manera de enterarse de que estamos vivos y que
dentro de la descomposición hay esperanza. Observo el infinito y quisiera me tragara y después
me escupiera a la sintonía de esos caprichos nocturnos y esa temporalidad de la
que todos hablan y todos huyen, quisiera construir con las promesas un castillo
de arena y después pisotearlo con esa simpática sonrisa.
Te das cuenta de que
eres dichoso y hermoso. Todos observan tu franqueza y agradecen un día más y lo
valoran como si fuera una oportunidad, otros solo se quejan por cosas absurdas
y la confusión los menea hasta entorpecer la calma. Quien diría que todo es sutil
cuando aquellas campanadas surgen de un templo enigmático que vive en esas intrépidas
palabras y esas miradas que necesitan un tiempo de escucha.
Regreso con encomiendas,
con descubrimientos y con antojos. Requiero horas de paz que solo me dejen una
atmosfera de realidad brillante, intensidad puntual y seres que sumen. Necesito
una pizca de esa profundidad para elevar la energía y empezar una nueva hazaña.
No hay reclamos, ni reproches, no hay enojos, no hay hostilidad, solo queda una
bruma que nos coloca en una balsa para navegar en lo claro y obscuro del universo
pacifico.
Comentarios
Publicar un comentario