Ser feliz es una decisión.
Me pellizco no era producto
de mi imaginación, también tengo la impresión que estas consciente que no era
un sueño, estábamos ahí justo en el lugar preciso, observando como el tiempo
hacia de las suyas con nuestras negras intenciones, nuestros gustos reprimidos,
nuestros deseos cósmicos, éramos parte de la oportunidad pedida al cielo, a los
ancestros, a los ángeles caídos, el dolor de los pellizcos era evidente
mientras cuestionaba a la soledad intrigante de la mañana, la orilla de la cama
me invitaba a sonreír, la resaca me conmovía al recordar tus susurros y el sol
anunciaba que el destino es una serie de sucesos inesperados.
Tiemblo de frio en
la antesala al invierno, seria prudente que estuvieras aquí dándome unos abrazos,
que el silencio fuera una conversación que nos llevara a conocernos, tengo
tantas ganas de patear a la paciencia y salir en busca de tus peculiares parpadeos,
pero estas extraviado en esta gran ciudad, desconozco cual es tu paradero, no
tengo idea en que bosque te pierdes y en que lago te bañas, en mi juego de
preguntas lanzo unos besos al cielo con la esperanza que den al objetivo. La niebla
puede ser el pretexto perfecto para hundirme en ese colchón y cubrirme con las sabanas
calientes, pero no es la mejor opción cuando de pensar en ti se trata.
Tal vez sea una de
mis tantas narrativas. Quisiera ser un imprudente, un atrevido, un descompuesto
ser de amor desbordado, pero me detengo al comprender que la soledad me observa
con una ternura desmesurada y se ríe de mi rutina, de mis pensamientos
positivos, de mis encomiendas al universo, de mis travesuras inocentes. La narrativa
de esta historia es endeble cuando los personajes están incomunicados, están lejanos
y atolondrados por las dudas, se niegan a sentir lo verdadero, solo se buscan
para encontrarse en intenciones y voluntades nerviosas, es una picaresca escena
que solo dura unas cuantas horas y se debe comenzar de nuevo con la tortuosa
espera.
Ahora tiemblo porque
las manecillas del reloj me obligan a reencontrarme con la meditación diaria, nuevamente
apareces con tus improvisados pasos de sutileza, con esa figura que no pasa
desapercibida, con ese brillo que rompe con cualquier obscuridad, no es exageración,
ojalá te vieras en un espejo y te dieras cuenta de la maravilla que llevas en
ese interior oculto y callado. El día sigue su marcha y todo se mueve al ritmo
del viento, todo está impregnado de energía buena, todo tiene una razón de ser,
un motivo incesante que nos hace esconder lo que es evidente. Regreso al
principio de los escritos que te he dedicado, reviso cada palabra, reitero el
poder de la pasión, afronto la prosa como si fuera un baile permanente, recobra
sentido todo lo que parecía dormido, las hazañas se apoderan de un corazón que permanencia
en cautiverio.
Entre los escombros
del calendario, testifico el alcance de los muchos instantes que hemos
construido sin saberlo, recupero la memoria que había dejado regada durante mis
muchas huidas y escribo en un pequeño pedazo de papel tus posibles hallazgos,
ahora entiendo que ser feliz es una decisión, que dar el siguiente paso esta
dentro del instructivo de la convicción y que el próximo momento debe ser una oda
dedicada al deletreo de tu nombre.
Esto no es un sueño,
es eso que los humanos pronunciamos de vez en cuando y hacemos cuando somos los
protagonistas de una intrépida aventura que deja de serlo cuando la realidad
nos hace resucitar de esa negación infundada por una poesía mal declamada, después
de dar tantas vueltas a lo posible, mi siguiente suspiro tiene destinatario y
acepto que es de carne y hueso.
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