Lucidez.
Mis intenciones son
buenas como sentir el aire fresco de la mañana. En mis precisiones escribo un
par de frases poderosas y después tu nombre, es así como comienzo un día alocado
por la falta de tiempo para reflexionar, salgo disparado a la calle con la
encomienda de esparcir mi alegría, mi entusiasmo y mi nobleza, tengo esa sensación
de bondad que me expulsa a la recrear mis mejores sonrisas y a decir buenos días
desde el corazón.
No hay tiempo para
disimular y es entonces cuando camino por esas largas calles con nombre de
escritores y filósofos, es un laberinto lleno de escenarios cambiantes, llego a
la cita pactada y todo indica que será breve, así son algunos negocios, así tan
elocuentes y firmes, es así como quisiera seguir escribiendo frases poderosas y
un ciento de veces el nombre que repica en mi mente acelerada y extrovertida,
en algún momento de la tarde será posible cuando este en aquel escritorio que
es un cómplice habitual y honesto con los prolongados silencios.
Mientras debo de
limpiarme el sudor y seguir caminando por esta ciudad. En algún punto las
historias coinciden y se ponen en una vertiginosa lucha de razones, es ahí cuando
los pensamientos deben de cobijar a los seres de intenciones y voluntades extraordinarias,
es el instante idóneo para que haya una conexión de virtudes y gratificaciones,
es ahí cuando el destino devela lo que esta preparando para los incrédulos personajes.
Todos van de prisa, todos quieren llegar con puntualidad, pero ninguno ha
pensado en su bienestar, todos necesitan saciar esa urgencia y nadie se atreve
a conciliarse con su sabiduría. Sigo caminando por esa avenida y recuerdo cuando
no tenia idea de que tan grande era esta urbe donde he vivido infinidad de
lecciones que hoy me tienen en una calma inexplicable, porque lo más audaz es
esperar, estoy soltando todo lo que me conforma y me ata, estoy practicando la moderación
de mis locas acciones y distinguidos argumentos.
El aire fresco de
esta mañana me hace intuir. Por alguna extraña razón me detengo y me resguardo
en aquella banca, me siento sofocado y ansioso, se que es parte de toda la
revuelta mental que me somete al gozo de lo bonito y de lo que parece lejano,
pero al final nada es imposible, en ocasiones la última palabra esta esperándonos
para dar un giro que nos dé una fuerza inagotable, no dejemos que el miedo nos
oculte en habitaciones sin salida, digamos todo lo maravilloso que se genera en
el alma, no evitemos lo que es evidente, no resbalemos y caigamos en discordias,
no seamos ingratos y tomemos lo que está ahí para nosotros.
Reacciono y sigo
caminando. Me pierdo en lo que parece ser un bosque, de repente las ardillas me
persiguen, los patos me miran, los pájaros cantan, estoy en una lucidez que pocos
entenderían y mis risas son una sinfonía para sentir placer y entender que la
espera es una franca opción para no encontrar obscuridad, ahí en ese escenario
extremo me quedo quieto, siento como me voy trasladando aquel escritorio que me
ha visto llorar, enfurecer, reír, gritar y me ha visto convertirme en un mejor
ser humano. Ojalá alguien lo descubra pronto y me cuente que es cierto, ojalá
haya la oportunidad para extraviarme en un mundo que me de paz y contención.
Ahora estoy en una
lancha, me veo remando para encontrar la orilla y ahí estoy dando mi mayor
esfuerzo, me están esperando esas frases poderosas y tu nombre, sigo remando y sé
que pronto saldré de ahí para visualizar la esencia que todos los días me habla,
me piensa y que me tiene al borde de una bella contradicción.
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