Talar.

 

Ahora regresas a talar esos enormes árboles. No te interesa recordar las promesas del pasado, no quieres regresar al momento donde plantabas ese hermoso fresno y decías que algún día disfrutarías de su sombra junto a la casita que tanto anhelabas, esa promesa ha quedado quebrantada en medio de las voces que te ruegan reconsideres la decisión. Adiós a los arboles que resguardan anécdotas, que se han mantenido por décadas y que eran parte de un sueño honesto. La majestuosa maquinaria comienza a adentrarse al terreno y de un solo golpe se expande el miedo, esa pequeña construcción en segundos se convierte en polvo, los árboles caen y un jugoso cheque llega a tus manos, el trato esta terminado y un gran edificio se hará presente en lo que era un emblema de esfuerzo y amor familiar.

En este espacio diste tus primeros pasos, aquí fue donde hiciste tus primeras travesuras, aquí tus padres se esforzaron para que pasaran hermosas vacaciones veraniegas junto a tu primos, aquí están los huesos de una docena de perros que te acompañaron y te adoraron, aquí hay tesoros desparramados, aquí hay secretos bajo la tierra y un día de forma arbitraria y contra la voluntad de tus hermanos decidiste acabar con la memoria, ya no quisiste conservar lo que fue un escondite paradisiaco. Ahora será parte del arte urbano, una colosal construcción forrada de cristales y luces, un negocio que parecía un alternativa lejana, hoy es una verdad y debes hacerte responsable y dividir las ganancias de forma justa, ahora te das cuenta de que nada es para siempre y que hay cosas que se piensan dos veces.

Todavía recuerdas a las vacas que pastaban por el amplio terreno, eran los primeros negocios familiares y se debía intentar de todo para salir adelante, después los intereses cambian, las expectativas se modifican y todos quieren ser su parte, todos quieren mantenerse en pie, seguir las tradiciones y evitar las traiciones, pero en ocasiones es complicado y se debe tomar una decisión que no exaspere los ánimos y firmas documentos, checas números y le das rienda suelta a la inventiva.

Ahora que los árboles están talados te das cuenta de que quizá no fue una buena elección, pero ya es demasiado tarde, las lágrimas son solo el reflejo de la impotencia y la confusión. De tajo se termino lo que era un lugar de grandes momentos familiares, de conversaciones honestas, de sonrisas transparentes, de lealtades inquebrantables. Hoy no queda nada, no hay oportunidad de resarcir y volver atrás, hoy todo lo acumulado ha quedado en el olvido, en esos papeles que hacen que técnicamente muera el recuerdo y la gloria.

Aquí alguna vez los abuelos solicitaron de forma amorosa que la familia debía perdurar a pesar de los conflictos, que siempre se buscara la paz, la intención de acuerdo y la unión para lograr los sueños. Recuerdo aquel día y ahora deseo me trague la tierra, porque quizá soy injusto, soy ventajoso, soy el que cree tener siempre la razón. El dolor me invade y ahora que la familia esta dispersa, no me queda de otra que aceptar el destino final, necesito remendar mi locura, mi ambición, es importante establecer una conexión y dejar que mis arboles internos se sequen, mueran y en algún momento generen una nueva vida.

Lo que necesito es talar todo aquello que me pertenece y saber que mis memorias me persiguen, que me hacen arder como señal de que no soy perfecto, que soy he sido un siniestro es los corazones que han confiado en mí, que soy un rompe sueños y que debo perderme en esa indiferencia que me sacude, en esa altanería que me ha vuelto un hijo de don dinero.

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