Punto final.
Mensajes anónimos han aparecido en mi buzón. Cada uno de ellos me resuena
cada vez que voy a dormir, pienso que es una broma de alguien que tiene alianza
con el ocio, no comprendo lo que me quiere decir, son incoherencias, recortes
de periódicos y palabras altisonantes. No tengo enemigos, eso creo, la única discusión
que he tenido recientemente es con la casera que según no escucha las megafiestas
de mis vecinos, todavía se indigna y me dice que me marche, que si no me gusta
que busque un lugar donde se emane paz.
Esos mensajes están ahí encima de mi escritorio y trato de empatizar con el
autor, pero no encuentro la compasión para dedicar un tiempo a la reflexión profunda,
los leo y los vuelvo a leer, son mas de veinte que han llegado en tan solo ocho
semanas y el cansancio es más fuerte y mi cama es más acogedora, que estar
descifrando algo que quizá no tenga ni pies ni cabeza, es un provocación a mi
vida serena, pero es posible que se cansen del juego y dejen de llegar o de
pronto sepa de que se trata.
Aunque a decir verdad los últimos días he tenido la sensación de que
alguien me espía, un sujeto con boina amarilla y sudadera negra siempre esta en
aquella banca del parque mientras corro y me observa detenidamente cada vez que
paso, siempre con el celular en mano y con un semblante burlón. Hoy estaba ahí y
parecía que el frio le calaba, pero tenia que cumplir con la cita, la verdad a
la segunda vuelta desistí y regrese a casa, seguro le provoque una frustración enorme
al desaparecer. La paranoia me está ganando, pero no dejo que el miedo aborde
mis pensamientos y realizo mis actividades habituales sin mostrar temor ante el
ser anónimo que sabe que hago o dejo de hacer.
Tengo la sospecha de que puede ser Pamela. Una mujer que de repente apareció
en mi vida, entro sin complicaciones a mis entrañas, me enamoro perdidamente,
me prometió cosas inmensas, me cuido en momentos difíciles, me escucho, me
dedico su valioso tiempo y un día se fue sin darme explicaciones, fueron dieciocho
meses maravillosos, de pasión, de intensidad, de complicidad. Supe que la
justicia la andaba buscando por situaciones comprometedoras en contra del
gobierno y jamás me di cuenta de sus movimientos, siempre respete sus espacios,
sus conversaciones, su privacidad llego y se fue intacta, quizá yo peque de
buena gente, de ecuánime, de respetuoso, son tantas preguntas y muy pocas
respuestas.
Ella supo todo de mí, de mis investigaciones, de mis conversaciones con personajes
mediáticos, de la información que me llegaba de forma discreta, quizá era una
infiltrada, alguien le pago por saber como vivo y ahora me están amedrentando para
que me quede paralizado y agobiado, pero eso no va a pasar, pues estoy
resignado a encontrar el trasfondo de la inquietud que me invade. Me he partido
la madre durante tres décadas para armar un rompecabezas que cada día se
expande más y que es un circulo interminable de descaro, robo y corrupción, después
de once publicaciones, infinidad de entrevistas, un podcast, el miedo esta al
margen, pues yo le he puesto un limite que no debe de atravesar.
Espero con ansias suene el despertador, llenarme de valor y salir a correr.
Me encanta vivir con esta adrenalina, he decidido que mañana saludare al tipo
de boina e intentare conversar con él. Tengo que encontrar una respuesta a lo
que parece un inodoro sin agua, no quiero que esto llegue a apestar, por eso
tengo que descubrir que es lo que significa esa imagen de un revolver en la
carta que me llego ayer y encontrar alguna pista antes de que alguien me gane
en poner el punto final.
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