Morderé, beberé y comeré.
Una revolución comienza en
la mente de cada individuo y respetando los contextos para que estos sean
leales a la historia que se comienza a escribir con una hazaña o un día
nublado.
Todos quieren cosechar
cuando no hay voluntad para sembrar y cultivar entonces esto se torna obscuro y
complicado, debemos reconocer el esfuerzo y la dedicación para encontrar la
felicidad, debemos adaptarnos a la diversidad de ideas y entrelazar opiniones
para concretar códigos impenetrables. Los ríos de miel corren con normalidad
muchos la prueban como parte de su dieta y se acercan a los oídos de los
ingenuos para llevarlos al precipicio y desaparecerlos con todo y su costal de
sueños.
No puedes levantar la voz y
prohibir lo que debe de fluir por amor, por constancia, por compromiso, no
puedes volverte un ciego arrogante con la prisa de cerrar las puertas para que
esos rayos de alegría no entren en el corazón de los nobles, no puedes
convertir los billetes en llaves y creer que todas la chapas están a tu
alcance. No puedes vivir peleando con tu pasado cuando una semilla está
creciendo y tiene un futuro prometedor.
Nadie puede estar por encima
de las buenas acciones, de esas que nacen del alma, nadie tiene derecho a
orquestar una revuelta solo por capricho y para hacer que la amargura marchite
momentos que serán inolvidables en toda la extensión de la palabra. La energía de
todo individuo debe generar cosas buenas, conciliar esas razones que arden y
elegir un estado de ánimo que ayude a crear una tesitura de armonía.
Hay quien puede vivir con la
tensión que invoca con cada uno de sus movimientos, hay quien tiene tiempo para
fastidiar la franca intención de la buena voluntad, hay quien se erige con
hilos y montar magnas obras de descontento y drama donde los espectadores van
para saciar el morbo y burlarse de lo que captan sus expresivos ojos. No podemos tomar partido y ver como se
desmorona nuestro criterio solo para ser partícipes de un desaire mayúsculo que
con el tiempo será la condena del capitán que lo planeo de forma magistral.
Morderé aquel pedazo de pan
para amortiguar la acidez que este veraniego capitulo me provocara, beberé de
ese vino para emborracharme solo por unos instantes y después me comeré esa
fruta para aliviar el nerviosismo que no me preocupa simplemente me encanta porque
concluyo que toda persona que nos rodea nos deja enseñanzas profundas que se deben
replicar y otras que de plano se deben dejar ir sin boleto de regreso. Estaré
atento para puntualizar cada detalle en
un escrito futuro, buscare la forma de reír sin hacerlo, tendré imágenes que compartiré
sin tener miedo a los señalamientos, me mantendré con los sentidos alertas para
convivir sin barreras y correré a mis aposentos para reflexionar.
En los grandes momentos estarán
las personas que nos aman, que no nos abandonaran por ningún motivo, que pese a
quien le pese y pase lo que pase nos sostendrán la mano y nos miraran con esa certeza, impulsándonos a
seguir adelante sin titubear. Las personas que nos aman limaran asperezas con
tal de que la unión jamás se fracture, actuaran guiándose por sus pensamientos
y latidos, se mantendrán firmes como aquel roble que nos observa y nos da una
palmada con el viento.
No te aflijas por tus actos
de amor aunque estos gesten revoluciones sin sentido, aunque estos te pongan entre
la espada y la pared, al final sabrás que has hecho bien cuando alguien te sonría
y coseche lo que tú has sembrado.
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