Lo que no me contesto mi querida muerte.


La vida es valiosa en medio de guerras sin sentido. La vida es íntima amiga de la muerte y entre ellas todo se cuentan.

La vida es una línea extremadamente delgada y nosotros en ocasiones la tomamos como cuerda floja sin saber que tan peligroso es el caminar sin pensar cada paso. La vida es una historia que hay que vivir al máximo cuidando de nuestros tesoros que a lo largo de la vida hemos acumulado, eso que es abstracto y que nos deja vivencias irrepetibles.

Hace diez años estuve conviviendo con la muerte, estuvimos hombro a hombro y me salve de sus frías manos escuálidas, por más de veinte días negocie con ella mi permanencia en este plano terrenal, no sé cómo la convencí pero lo logre y tengo la dicha de contarlo. La muerte es amistosa, es serena, es seductora y paciente. Te cuenta la maravilloso que es el más allá y te cuenta que no sufrirás más que le tomes la palabra y ella cumplirá fielmente todo el contrato, en lo personal algunas cláusulas no me convencieron, le explique que todavía no era tiempo, que mis pendientes eran incontables y mis sueños primordiales, le sugerí que volviera después, que me diera la oportunidad de restablecerme y encontrar esa experiencia que me buscaba, ella se sorprendía con mis conversaciones sin sentido, se carcajeaba sin disimulo, me acariciaba los cabellos para que por ratos descansara. La muerte es prudente, es alegre es trabajadora no falta ni un solo día, es persistente con su misión pero también conoce la compasión y permite que los milagros existan y que la Fe sea palpable.

Pues la huesuda me dejo en este mundo para realizar mis infinitas locuras, me dio chance para conocer mi esencia, me dio la oportunidad para equivocarme y tener aciertos, me dejo correr y escaparme de su tenaz mirada después al paso de los años me ha dejado desconsolado con sus decisiones irrefutables y he tenido que comprender sin rezongar. La muerte puede ser repentina, es caprichosa, es intolerante, no se deja cuestionar y es puntual. La muerte ronda cada rincón y cada minuto y ella solo sabe cuándo actúa y cuando se hace de la vista gorda.

Lo único que jamás me contesto mi querida muerte es si es injusta, nunca tuvo una respuesta ante esa pregunta, quizá no me quería mortificar con sus argumentos y opto por el silencio. Por eso queridos lectores no sean testarudos, no tomen riesgos innecesarios, no quieran burlarse de la catrina, comprendan que todos tenemos límites y que debemos reconocer que somos vulnerables. Son ciertos todos esos anuncios: si toma no maneje, fumar es perjudicial para la salud, nada con exceso todo con medida, disminuya su velocidad, siempre hay alguien que nos espera, etc.

Comprendamos que es lo que estamos haciendo y hacia dónde vamos, que si decidimos estar bajo fuego pues tomemos las medidas para que ni una sola bala nos hiera, que si queremos tropezar con la misma maldita piedra que sea con la consciencia tranquila, que si decidimos armar ilusiones blindemos lo vital, que si el territorio es desconocido estemos atento a lo que puede acontecer.

Amigos me gustaría que en este momento se concentren, mediten y hablen con la muerte, que sientan que ella está todo el tiempo en esto a lo que llamamos vida, no tengan miedo conversen con libertad, cuéntale a detalle cuáles son tus planes ella es discreta y sabrá que debe ocuparse de otros asuntos.

No teman por ella, hay que festejarla como cuando agradecemos cada mañana al abrir los ojos y sepan que si algún día nos vamos no cabe duda que regresaremos, que cuando nos llegue la hora no moriremos del todo porque viviremos en el corazón de alguien y en aquellos lugares en donde nos aventuramos y tomamos riesgos.

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