Praga.

Entre  la conmoción y el desorden de mi destino que galopa en mi mente provocando un ruido ensordecedor de mis tantas vivencias sin recordar cómo comenzó todo esto, solo sé que me he convertido en un ser huraño impregnado de tantos perfumes que hasta ya no reconozco cual fue  la última noche cuando quede en estos harapos.

Mi vida atrapada como la humedad en las paredes entre el sexo y el dinero que es lo que importa para sobrevivir y mi carne toda magullada por tantas manos, tantas miradas y acechado por el morbo que es producto del deseo que se queda atorado en las entrañas de esos perros hambrientos y casi muertos de sed.

En esta calle donde se busca cura a la ansiedad con minutos de frivolidad que se multiplica en cuerpos arreglados, producidos, aumentados, frágiles y  delicados que quieren mantenerse en la gloria y en la memoria de las madrugadas desoladas de sentimientos, besos y lamentos, soy parte de todo esto que es criticado, censurado y mal visto, pero hoy fui obligado a bajarme de la nube porque he dejado de ser atractivo para la industria de la noche, hoy escape de aquel lugar clandestino por desobedecer las reglas, porque bese al que creo es mi príncipe azul y no se ni su nombre, solo recuerdo que tome lo que pude y corrí sin control saliendo de aquel hotel, la lluvia estropeo mi calzado, mi alegría y quizá la carrera. En este momento maldigo mi impulso de rozar otros labios, estoy asustado y no sé qué pasara, quizá era la oportunidad de amar y descubrirme como Humano y dejar de ser el mueble, el objeto, el mendigo saco de deseos. Joven he dejado de ser, he hecho de mi vida un manjar de lujos y soy complaciente sin medida en mi monstruoso lado material, pero en este momento mi orgullo esta golpeado y humillado por mi prominente error por seguir lo que en este negocio no existe que es el amor. 

Yo que  hasta hace horas era la aspiración de muchos en esta esquina donde mis lágrimas se contienen y mi piel presume que tiene frio, donde la dignidad todavía se sostiene y los pensamientos arden escuchando los ladridos y aquel grato sonido de las monedas caer, es una ironía constante. Si esta cera hablara les podría decir que tan buenos negocios cerré y que mi cuerpo aguanto como soldado en guerra, quedando herido algunas veces de muerte, si esta calle que lleva el nombre de Praga pudiera gritar todos sentiríamos el peso de nuestra altanería, vendría a nuestra mente la miseria de la que estamos rodeados e ignoramos porque inventamos  cosas bellas para olvidar.

Llego el momento de terminar con este trago amargo y matar el príncipe que para este entonces me estará buscando para hacer efectiva la devolución de sus billetes porque dudo quiera devolverme los besos que con mi escasa humidad debo confesar  que fueron de amor, convirtiéndome por un momento en un terrible perro rabioso buscando comida en donde no hay, queriendo agua en donde hay perversidad, ladrando de miedo y volviendo con la cola entre las patas y en este preciso instante todo vuelve hacer como siempre, estiro mi musculoso cuerpo , limpio mi cara perfecta, levanto la mirada al cielo y camino derecho perdiéndome en las ínfulas de los primeros rayos de sol que me queman y me despiertan para prepararme para la incertidumbre de lo profano y de lo que muchos niegan pero  se disfrazan y vienen para jugar en los espacios ocultos del ser humano.


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