Todo por creer que...

Cuando tapamos un hoyo pero se hace otro es una cuestión que no tendrá un pronto final. Creemos que la patanería es una herramienta para poner en su lugar a otros aunque los queramos y se cree que se otorga una cucharada de su propio chocolate pero irremediablemente esto solo  provoca confusión mientras la vida sigue sin demoras. Las acciones groseras después serán excusas difíciles de resarcir porque realmente no hay una explicación sólida que justifique tan lamentables decisiones pero viéndolo por el lado amable así solo se crece y se comprende el trayecto de la maravillosa vida.

En ocasiones el dolor se quiere callar, las cambios se evitan, las palabras se malinterpretan, se acaba siendo mártir de los angustiosos miedos porque no se encuentra el tomo con soluciones y no se está dispuesto a transformar lo que está cómodo para esos  pasos apresurados. Nada lo obliga a cambiar cuando el desastre y el sufrimiento siempre se ha observado a través de un grueso cristal que ni siquiera permite escuchar los gritos de hambre y sed de los demás. Es así como todos los tentáculos de un monstruo van cobijando la generosidad de seres que están dispuestos a dar todo en una simple acción para dar fin a la complejidad que sin razón aparente madura en caos. El capricho, la terquedad, la necedad van siendo una forma de proceder para derribar caminos de armonía y nacen confrontaciones sin sentido y todo lo que tiene vida muere asfixiado por aquellas extremidades que tiene una fuerza de incomprensión.

Hay silencios que explican con singular detalle lo que es inminente y es así como se entiende de forma rotunda que hay trayectos que deben de cambiar para que todos estén en un sentido de paz y felicidad absoluta. La plenitud es extraordinaria cuando tenemos conciencia de los que estamos viviendo y dejamos que cada quien tome el control de sus acciones gloriosas o devastadoras. Hay palabras que al procesarlas las convertimos en dardos envenenados y pensamos que nos quieren exterminar pero simplemente son señales de que algo debe de cambiar por el bien de un ser que tiene las facultades para seguir triunfando y disfrutando del bendito tiempo.

Desafortunadamente se modifican las prioridades y se establecen límites a la paciencia, los juegos absurdos deben de terminar por el bien de los involucrados, las ideas extraviadas deben de encontrarse en un sitio de dicha y donde el ego no sea protagonista. No exageremos nuestras lamentaciones cuando en el mundo hay tragedias que si se deben llorar y mover las manos para que todo sea diferente. Hay que romper esos ventanales para sentir la lluvia y el frío viento para reaccionar sin el temor que algo malo pase.

Mira cuantos agujeros hay en ese espacio en donde deberías estar cosechando alegrías y solo ocultas esos lapsos obscuros, bebiendo amargura sin saberlo, arrastrando un equipaje que jamás ocuparas. Es momento de dejar entrar la maquinaria pesada para aplanar el terreno disparejo y comenzar a construir una nueva aventura de experiencias inigualables y de motivos verdaderos. Pasan los días y el calendario solo se ríe en espera de que cambiemos, de que nos demos cuenta de que la perfección es un mito, que esas palabras que nos incomodan quizá tengan algo de certidumbre, que lo que dejamos pasar por alto es quizá momento de aterrizarlo y conversarlo, en ocasiones las guerras que se engendran en la mente son propiciadas por expectativas erróneas dejando que la verdad corra en esta jungla de emociones disparadas, siendo ultrajadas por falsedades que tienen la encomiendo de la felicidad plena pero donde el sentido es efímero es el verdugo que nos acecha y todo por creer que en la vida todo va bien y no nos damos cuenta que cuestiones debemos atender porque están mal.

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