Asume la irresponsabilidad.
Si no te gusta lo
que estas viviendo entonces cambia. Las personas no modificamos, simplemente porque
nos encontramos en una zona segura, pero deberíamos arriesgar, para saber que
hay en otro entorno. Si no quieres que el ruido te atormente entonces cierra
las ventanas y espera a que el silencio llegue y te envuelva con franqueza. No renuncies
a tus metas porque estas son truncadas por situaciones ajenas a ti, no quites el
dedo del renglón cuando hay una razón, escucha y aprende a quedarte con aquello
que te servirá para emprender.
Si algo te pone de
malas entonces arréglalo con sentido común, exprésalo de forma coordinada con
tus sentimientos. No te mantengas en medio de las quejas, que solo te hunden en
un mundo incompleto, te asfixian al grado de someterte contra un muro. Si sientes
que algo no anda bien entonces acude al sitio que te hará saber que acontece,
no permitas que la incertidumbre te lastime y te deje en una confusión permanente.
No te enojes cuando
alguien rompe las reglas, si tú lo haces, según sin que nadie se dé cuenta. No te
sorprenda lo que los demás te digan cuando hay un argumento con un sustento
inevitable, no quieras pasar desapercibido cuando la comunicación siempre
reinara entre los vínculos mas cercanos. Asume la irresponsabilidad y aprende
que hay circunstancias que se deben de respetar, no importa la fecha, la hora y
el motivo. Si quieres prudencia en los demás, pues comienza contigo y tus
decisiones, escribe en tu mente que no debes hacer cosas que parecen buenas pero
que son terribles, simplemente por los tiempos que estamos pasando.
Las acciones
reflejan la disciplina y constancia. Si el
mensaje que quieres dar es el de caminar con rectitud y de repente rompes las
normas, donde queda lo que quieres enseñar, donde queda la sensatez y como
quieres que las cosas mejoren, cuando de plano no hay congruencia. Una cosa lleva
a la otra, ocultar, mentir, disimular, es un cuento interminable. Al final la
verdad siempre saldrá a la luz y es ahí donde comprenderemos el sentido de
nuestras maneras. Regreso al punto de evitar enfados, cuando no haces lo
correcto, cuando no guardas la compostura, cuando haces lo que te venga en
gana, caes en el egoísmo, en el vacío que no tiene nitidez, ni explicación.
Sin duda los
reclamos llegaran, pero si romper las reglas es fácil, quizá todo lo demás se resbalará
como si nada hubiese pasado. Las corazas se harán presentes y se esperara a que
el torrencial pase, para después salir a flote con una sonrisa simpática y un
lo siento. El alivio seria que del error se aprenda y no volviera a ocurrir. Cada
cabeza es un universo, lleno de creencias, ideas, ideales, sueños, metas, cicatrices,
marcas, ocurrencias, cada uno de nosotros tenemos que tener presente que
hacemos y que dejamos de hacer y tener en claro el para qué.
Realmente si algo te
incomoda, enfócate en comunicarlo. Todas las relaciones humanas se deben enriquecer
hablando y no gritando u ofendiendo. Dentro de la comprensión humana debemos
entender cuando hay límites, seguir las recomendaciones, establecer lineamentos
para estar bien y esto conlleva a detenernos, a resguardar nuestras corazonadas
y esperar tiempos mejores para estar reunidos y conviviendo.
Si me pueden molestar, ciertas acciones de los demás, pero al final el individuo en cuestión debe buscar
la forma de corregir, aprender y reflexionar y yo haré lo mismo porque sinceramente
no hay suficiente tiempo para entretenernos y estar condenando. Solo en
ocasiones hay que exponer para que todos entren al ruedo de la cordura y lo que
venga después es decisión de cada quien.
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