Exagerado entumecimiento.
El hermoso sarcasmo
que utilizas es una especie de prenda que te queda grande, que esta fuera de ocasión.
Te cuestionas esas situaciones que no tienen control y que no podrás solucionar,
aunque revoluciones tus pensamientos hasta provocar una jaqueca. Todas las páginas
del calendario están tachadas, esos compromisos están cancelados y no hay
certeza que se puedan reprogramar, es una especie de mezcla de emociones
intransigentes que te someten a replantear cada día.
Las verdaderas
esencias han estado al tanto de ti, en esta crisis, los que solo se aparecen a
ratos son unos interesados, chupa energía e ignoran todo lo que ha sucedido en
estos cientos y pico de días. Son enredaderas que quieren meterse fácilmente en
donde no les llaman, en donde no hay un espacio especifico para ellos, son una
pieza de utilería en un escenario para obras magistrales. El tiempo ha sido valorado para reflexionar y
traducir las acciones con una minuciosa serenidad, al grado de encontrar los
defectos que te hacen perder la noción de lo perdurable y la dicha de cultivar.
Si después de todo
este tiempo sigues siendo el mismo insolente, entonces no hay algo extraordinario
que tengas que mostrar, no hay una pizca de transformación que puedas compartir,
no hay algo interesante que puedas verter en la realidad que inconscientemente
rechazas, porque anhelas que todo sea como antes, pero de forma cruel el mundo
se encarga de avisarnos que eso ya es cosa del pasado. Eres artífice de un
sendero sin destino, de prioridades ególatras, despilfarras la creatividad en
ocio, acumulas tantas quejas, pero te escapas a lo clandestino con tal de
sentir libertad, rompes todos los cuidados solo para convivir en un mundo con restricciones
necesarias. Lo que haces no se borra, siempre queda evidencia en el segundero,
en el ser, siempre hay rastro, aunque lo borres, siempre habrá alguien que te
vera porque el mundo es pequeño.
Se percibe una
claridad inmensa. Quizá es porque la mayoría ha salido de la mazmorra, de esa guarida
húmeda y estrecha, los que se exiliaron han regresado a las andanzas de lo cotidiano,
en busca de lo carnal, encontrando la forma de regar el veneno que con tanta
sutileza han fabricado, entonando una melodía siniestra que despoja a
cualquiera de su gentileza, retumban esos pasillos con pasos desesperados para
emboscar lo que tiene un sentido de alegría, las puertas se azotan y los aromas
se concentran. Hay revelaciones inevitables y son una especie de conversación
eterna, las imágenes apuñalan los muros donde se escriben versos de amor y armonía,
los cuadros se van cayendo con el paso de las vibraciones, los gritos son un
aviso de los juicios retorcidos por voces sin compasión.
Los cuerpos robustos
seguirán jugando con las sabanas esperando que el amanecer dure unos cuantos segundos
y el anochecer sea un refugio de inspiración, no moverán ni un dedo para que
las cuestiones cambien, las almohadas permanecerán empapadas de pensamientos
sublimes e imposibles, mientras las carcajadas serán una oda a la supuesta liberación.
La inacción te hará forjar una zona de seguridad, donde habiten solo los
personajes que te seguirán en tus travesías, no tendrás oposición en tu núcleo repleto
de comodidad y acuerdos inquebrantables, porque para ti eso será la felicidad
en todo su esplendor. Triste será que no haya razones para devolverles un poco
de tu sofisticado placer, a aquellos que han hecho que germine en ti, la pereza
y andes en harapos, solo pensando en que comer o qué hacer con el tiempo que te
sobra y a otros niegas por diversión.
Necesitaras del
sarcasmo con el cual todo arreglas y querrás estar con las esencias que tanto
ovacionas y admiras, ojalá el semáforo lo permita, espero que tengas la flexibilidad
para llegar y saludar a los que tanto te extrañan y espero que tus brazos estén
liberados de todo lo malo que has acumulado en este irreverente trajín de
lecciones y exagerado entumecimiento.
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