Como si fueras una tortuga.

 

Maldita discordia. No te sientas ofendido por que la gente no te comprende, no ocupes el sarcasmo como si esto fuera una salvación ante las malas decisiones, sentirás una lluvia de juicios indeterminados, querrás contestar de forma altanera, pero en el fondo sabes que tan serio es lo que acontece. No habrá una tregua, pues la vereda está llena de espinas, no darás explicaciones, ni siquiera tocaras el tema y de repente serás el de siempre.

El cielo parece explicar de forma imprudente todo lo que has venido acumulando, una tormenta se desata y no hay una barca que te salve, tendrás que nadar, llegaras a la orilla exhausto, buscaras un rincón donde las idas se sequen y las verdades se capten de forma diferente, aunque la estructura sea la misma. Los caprichos son piezas endebles que te hacen divagar por instintos sutiles y estorbosos, al final no queda nada, porque de ignorancia todos estamos invadidos, porque no hay un gramo de respeto en esta isla de situaciones intolerantes y rezagadas.

Alguien a lo lejos grita y tímidamente volteas, es un extraño personaje, que te advierte, que trata de protegerte, que quiere cuidarte, pero tu con tu arrebato acostumbrado, lo ofendes, pides que se vaya, insistes que no necesitas de absurdos argumentos y te conviertes en un diablo, que todo quema a su paso, no deseas palabras de aliento, no hay arrepentimiento que te tranquilice, no existe un razonamiento que te hiera. El ego es obeso, es grosero y no permite que observes la trágica perspectiva, te envuelve en una realidad selectiva y todo en aquel universo se relaja como si nadie estuviera amenazado de muerte. Los gritos van en aumento, porque hay amor que te quiere abrazar y tu sigues indiferente, arrogante y colérico.

Permaneces en aquel sofá improvisado, la paja se desparrama por todos lados, las hormigas avanzan en señal de conquista, pero ni la comezón logra que sientas la terrible verdad, la insensibilidad ha penetrado en todos tus sentidos, al grado de perder conciencia y dar la espalda a todo aquello que permanecía en serenidad. El escenario está en una desolación voraz, solo queda el reconocimiento que entra por una ventana y que es efímero como un ligero sismo. El invierno esta por llegar y eso no te hará desistir de repetir tan intrépidas y horrendas hazañas, te tomaras unos cuantos brebajes para convertirte en un siniestro caminante.

Las palabras pierden su fuerza cuando no hay mente abierta. En la isla las palmeras se van secando, el alimento va escanciando, la cordura va regresando y el olvido no es una opción grata, el viento revienta toda estructura, creo que tendrás que huir, regresar al mundo de concreto que asfixia, pero que deja vivir. No hay marcha atrás, la isla será devorada por la incontrolable marea y la insensata falsedad que fue en aumento sin cesar, ahora todo será irrelevante y tendrás que esperar.

No quieres morir ahogado, cuando sabias que no era tiempo para emprender una travesía, pero ya estas en este punto, ahora debes saber comportarte a la altura de las circunstancias. Tendrás que imaginar ser una gaviota y salir de esta desafortunada aventura, no es momento de titubear, no permitas que el pensamiento se bloquee, no dejes que la corriente te arrastre. Encuentra un fragmento de valentía y revierte esta escena de desesperados intentos por escapar. Ahora que quieres voltear y encontrar al personaje que te advertía, solo encuentras un bullicio que te repite frases incoherentes y tu energía merma, comienzas a ceder y te vas como si fueras una tortuga buscando libertad, te pierdes como señal de sumisión.

 

 

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