Intermitencia que parece turbulencia.

 

Las lágrimas son interminables y una docena de voces quieren darte palabras de aliento como si se tratara de comer un postre, de dar un sorbo al café amargo que te hace reaccionar en las mañanas conflictuadas, no es fácil comprender que es lo que está pasando, todavía no caigo en la realidad que golpetea con ímpetu las ideas contrariadas, no me resignare tan fácil, no podre aceptar esta sorpresa ingrata que sabotea la tranquilidad que he cuidado con recelo y generosidad. Que difícil es salir de casa y regresar al momento en que todo se transformó, que intensidad de agresividad hay en los cuestionamientos que no paran y estorban para que haya comunicación plena. Que truculenta es la inercia de la vida, que te despoja de la serenidad y te lleva al escenario donde las debilidades son inmensas y estallan sin compasión.

No entenderás mi dolor, porque eres egoísta, eres de los que reprocha y reclama, de los que se la piensa dos veces antes de compadecerse, de los que sienten que el mundo les pertenece solo por el hecho de existir, no sentirás el dolor, porque le huyes Y cuando tratas de componer algo lo descompones más, no reflexionas antes de hablar y exageras con tal de vivir en el extremo que tanto te fascina. Quizás alguna vez te ha dolido algo, quizá el orgullo, quizá te han ponchado el ego y después de eso que has hecho y las respuestas están expuestas, porque sigues en el mismo lugar, solo cambias de posición para no cansarte. Esos dolores que son como pinchazos que solo te recuerdan que sigues respirando y no comprendes para que y por eso elijes fregar y extender las guerras internas que te han dejado sin reservas, sin argumentos.

Vuelvo a mi guion perturbado por lo que dicta el presente, me siento apachurrado, cabizbajo, no quiero ver el calendario, no quiero disimular cuando el ardor indica que todo se va incendiando, no quiero aparentar que la alegría resuena cada vez que parpadeo, porque no es cierto y tendrán que pasar muchos días para que encuentre una resolución sensata a lo que sucedió, no es fácil, espero retomar fuerza para reconfortarme en los amaneceres que vienen y que pronto se irán.

Recuerdo cuando jugábamos a ser grandes y cantábamos vasos vacíos, cuando reconocías mi talento para dominar el balón, recuerdo las mañanas con las humaredas de las ladrilleras y el camino de eucaliptos que sentencio nuestras vidas sin analizar tanto las decisiones. Tengo presente esos tiempos donde emulabas el look de zapatos viejos y llorabas porque eras una presencia mimada, todos te consentían y todos te procuraban, que dicha la nuestra de coincidir, no olvidaré esa tarde de cine donde comimos hamburguesas y tu tenías tu Garfield y yo mi Odie.

De repente lloro por todos esos lindos recuerdos, de repente sonrió por tantas anécdotas, complicidad cubierta de inocencia, disparates que se remueven en mi corazón y sollozan para digerir el paso del tiempo sobre mis agallas que en ocasiones se pierden en una obscuridad insoportable. No me obligues a salir de la cueva, no me señales por la apatía que muestro, por las desconexiones que son inminentes, es posible que quieras me levante de un solo brinco, pero sabes que eso es imposible, que difícil es asomarse al mundo donde al parecer todo sigue igual, pero no es cierto.

Cierro los ojos y estoy en un gélido enero donde mi espíritu esta improvisando y está fluyendo en una intermitencia que parece turbulencia, pero es parte de la ruda travesía que muchos no entenderán, porque a toda costa evitaran experimentar unos cuantos dolores, de esos que son trascendentales y que llegan sin imaginarlos.

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