Nadie está exento.
Como un trueno
llegan sucesos que nos parten y nos hacen despertar en una realidad
inexplicable. Cuando la tormenta está a su máximo en ese momento por azares del
destino llegan las lanchas para sentirnos a salvo, pero no dejamos de pensar en
todo lo que vendrá después de estos remolinos de emociones y estas ráfagas que
nos hacen especular sin sentido. La incertidumbre nos invade, nos patea, nos
araña y nos deja aturdidos en medio de un panorama caótico pero con enseñanzas
invaluables.
Nos llegan mensajes
de todos lados y eso se debe celebrar, hay señales que nos indican que pasos
seguir, hay personas que nos sostienen para no caer, hay acciones admirables y
hay motivos para no reventar en esa ansiedad que solo desea devorarnos para tropezar
y batirnos de lodo. No te detengas ahora que necesitas de toda tu fortaleza
para poder cerrar la puerta de este episodio, no quieras escapar cuando sabes
que la inercia te alcanzara sin remedio, no permitas que la angustia te
arrebate la templanza, si necesitas respirar hazlo con la convicción de que la
sonrisa aparecerá para contribuir que el momento sea amable.
Hay quien ante la
tempestad solo mueve los dedos para mandar palmadas que al final son abstractas,
hay quien no tiene tiempo para demostrar el afecto, hay quien no mueve sus
prioridades por egoísmo, hay quien inventara una lista de excusas que con el
tiempo son obsoletas. Hay quien piensa que mientras la calamidad este lejos, no
hay que modificar nada para apoyar a otros. La gratitud es desconocida para una mayoría,
que sigue disfrutando sin mortificarse, no correrán mientras no se quemen y su desinterés
se notara dejándolos desnudos, sin ninguna reacción.
Los días complicados
se terminaran, mientras hay que seguir en la batalla, hay que saber por dónde
conducirse para no ser víctima de la desesperación, hay que reconocer a
nuestros aliados y guardar energía para continuar con ese coraje implacable. En
el camino habrá un ciento de obstáculos pero siempre se hallara una solución
para acabar con la incomodidad y el susto. Quítate esa armadura y observa tu
ser con cautela, despréndete del miedo y grita lo necesario para que tus
sentidos despierten por completo. Busca entre las oraciones algo que te haga
descansar por un momento y no sabotees esa serenidad que te resguarda de los
peligros y los malos pensamientos.
Si el cielo se nubla
y comienza a llover, no busques refugio, siente como tu cuerpo es vulnerable,
como te vuelves pesado, como todo se va
purificando, escucha esos truenos con atención, no evites empaparte, disfruta
cada gota que va cubriendo tu cansado cuerpo, deja que todo fluya, arriésgate por
un instante, deja que las lágrimas se confundan con la lluvia, después levántate
y sonríe con esa personalidad sabia y decidida. Despoja de tu cuerpo todo
aquello que te envenena, que la sensatez te catapulte a la razón que en
ocasiones se pierde por simple torpeza. Si el calor te está asfixiando, cuestiónate
y aporta un poco de lógica al minuto que estás viviendo. Si el dolor es fuerte,
sánalo con esa paz que espera en tu universo, sácalo cuando estés en estado
de emergencia y conversa con la soledad
para que no te sientas extraviado.
No atropellemos
nuestro lado humano con tal de tener la dificultad de voltear y sentir la complicación
de otros, lo que hacemos no será suficiente pero es un indicio de nuestro
profundo deseo porque las cosas mejoren, no te quedes ahí como un tirano
monigote que no siente y que es un chusco y triste avaro, porque los truenos
son una rebeldía de la naturaleza y nadie está exento de la tormenta.
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