Opiniones y vicisitudes.


Sientes que perteneces al mundo globalizado porque te afecta todo lo que pasa, en el fondo quizá nada nos pertenece, nos vamos desgarrando hasta quedar en los huesos. La piel se fue adelgazando cuando lo políticamente correcto fue la opción para evadir la realidad. La gracia de algunos es tan patética que nos queda observar y después retirarnos para no herir susceptibilidades, muchos evaden la verdad porque se ofenden, otros solo quieren aprovechar el momento para entretener la vida áspera que los revuelca sin compasión.

Somos pedazos de vértigo, de revueltas que implican adentrarnos a la reflexión para hallar esos fragmentos que siempre han flotado y que hemos ignorado, somos rehenes de nuestras creencias, quedando aplastados entre explicaciones complejas que nos alejan de lo que es importante, se ha quebrado el dialogo con nuestros semejantes porque improvisamos puntos de vista sin antes investigar. Nos vamos muriendo con nuestras notas arcaicas por no querer actualizarnos y salir a reconocer que el mundo se va transformando.

No te metas al remolino de la gratitud cuando la altanería te corre por la venas, no muestres un gesto que no es el que siempre replicas, no quieras esconder tu lado obscuro, antes de cualquier travesía acepta tus delirios, tus miedos, tus defectos e inconformidades. No quieras que las horas duren años y cumple siempre con tus compromisos. Reserva un espacio para reencontrarte y especificar tus rutas, tus dolores, tus quejas, tus frivolidades y deja de enredar esa madeja que quiere quietud.

No te tapes los ojos cuando entre el susurro se va describiendo lo que sucede. Frena tus enojos y relájate en este día que puede ser el último. Toca esas fibras que parecen olvidadas y busca sensaciones que te lleven a los inicios de la soberbia, de la frustración, de la incógnita ardiente, después mantente ahí y no desesperes, trata de resolver tus infiernos mientras los trinches se clavan en tu conciencia, siente la comezón, el mareo y regresa al presente sin buscar culpables como es tu asquerosa costumbre. Redacta una carta y después quémala con esas brazas que quedan entre tus dedos, grita los improperios más incomprensibles y sostente de aquel barandal que lleva a la sala de ofrecer disculpas.

En un parpadear muchas cuestiones ya no te pertenecen, así es la vida de irónica. Hoy estas planeando y mañana quien sabe si podrás responder a los cuestionamientos más absurdos de la existencia. Quisieras reponer todos esos momentos que por tus explosiones internas han dejado muchos daños, quisieras retroceder pero eso es imposible, te encantaría que algunas historias fueran diferentes pero no existe esa posibilidad. Tus pertenencias más sólidas están en tu corazón, están ahí resguardadas exigiendo un instante de astucia, de amor, de pasión para ser expuestas ante el mundo que está siendo destrozado porque todos están en contra de algo o de alguien, es un episodio siniestro, que se va construyendo con sangre, violencia, persecución, impunidad, mentiras, estupidez, negligencia, ignorancia, pobreza, hambre, fraude y con cínicos que según quieren el bienestar de todos y  no solo de unos cuantos.

La pesadumbre nos ahoga a todos, esa impotencia de observar y al querer reaccionar, ya estas atado de pies y manos porque la calamidad fue artera y concisa, intentas recordar la contraseña entre tus pertenencias ambiguas y  encuentras excusas, negaciones y prejuicios. No podrás escapar mientras un millar de alfileres van cayendo hacia tus frágiles huesos, pues la piel se acabó con esos soplos insignificantes que para ti fueron una ofensa desmesurada y hoy que necesitas consistencia, solo hay una tragedia asegurada por la pretensión de  pertenecer al mundo abstracto de las opiniones y vicisitudes.




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