Recordar todo lo bueno.
Las manifestaciones
son grotescas en cada rincón del alma. El silencio es profundo, es una
ceremonia de solemnidad y de introspección, que decadencia tan grande, se vive
en esas calles que son un coro de irresponsabilidad y de egoísmos encontrados. Esos
impulsos nos obligan a detenernos, para recopilar toda la información posible y
dar un discurso digno de lo que se siente y se vive. Todos tiene una versión distinta,
de estos días que se van deformando con opiniones cínicas, actos deplorables y
palabras hirientes.
Las celebraciones
deben ser interiores, las ganancias deben ser incontables y las perdidas una
forma de crecimiento. El viento sopla con violencia, alguien se ha dado cuenta,
de que esto es un guion sin pies ni cabeza, esas sonrisas que se apagan, esas
miradas que se retractan, esas bocas que no se mueven y esos corazones helados,
son resultado de estos tintes grises que han manchado el impulso. Acciones simbólicas
intentan recaer en la unidad, que por el momento esta perdida, esta confundida,
la columna vertebral esta dañada. Eso implicara un doble esfuerzo, una búsqueda
de paz incansable. La barbarie cubre a los despiertos con lamentos, los que están
dormidos, siguen soñando que la magia existe y no quieren romper las botellas
que contienen una versión falsa de la posibilidad ingrata.
Absurdos acontecimientos
son los que brotan en un jardín de fuertes arbustos. Las necedades son un alimento que esta a la orden
del día, los insultos son una franca armadura, el respeto es un factor escaso, algunos
se alejan, es señal que tiene muchas cosas que componer en su camino. Volverán con
una personalidad renovada y compartirán lo aprendido, ojalá no vuelvan con su
actitud de gracia degastada y plenitud limitada. El miedo se puede percibir, el
veneno se observa y las intenciones son huecas, cuando el encierro ha sido una
especie de burbuja empañada y opaca. Son días para recobrar esa energía que por
algún motivo se pauso, es tiempo para insistir y llegar al éxito, no hay que
confiarnos, no hay que relajarnos, solo hay que continuar con esos lazos que
nos sostienen, con esos seres amistosos que están al pendiente, con esas notas
que nos deben recordar que no todos piensan igual, con esas aglomeraciones de
pensamientos que apuntalan un paso al futuro inmediato.
Todos asumen su
papel, las excusas no han muerto, viven en los seres obscuros, en los que creen
que la realidad no los alcanzara, los que hacen y no obligan, los que son
clandestinos porque la vida es una, los que rompen reglas y viven fingiendo compasión,
los que no tiene idea del amor puro. Esos que sonríen como si la vida fura un
parque de diversiones, son los mismos que terminaran perdiendo el juego. La
memoria estará intacta cuando la luz vuelva a las calles, habrá reportes exactos
y números irreversibles, nos encontraremos asombrados, las ausencias las
llevaremos presentes y las presencias las disfrutaremos con gratitud y
honestidad.
Esos gritos ahogados
que se prolongan por todos tus poros serán los mismos que se convertirán en una
historia de frutos, de escritos sobresalientes, de rostros alegres y de riesgos
que serán retos. Toma el megáfono e imagina una habitación vacía, comienza a
explicarle a lo invisible, todas esas formas, todas esas estrategias para
llegar con agradecimiento a esta fecha, un viernes donde debes inspirarte y
encontrarte, reconocerte y dejar que lo acumulado desparezca, porque tienes que
emprender nuevas aventuras y resolver muchos acertijos. Sana, renuévate, levántate
y abre esa libreta con revelaciones importantes y observa ese suelo, que espera
pasos seguros y extraordinarios.
Es instante para
recordar todo lo bueno.
Momentos vividos que marcan y nos hacen pensar lo efímero de la existencia, por edono queda más que valorar cada instante.
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