¿Cómo las personas pueden aparentar felicidad?

 

Ya se fueron todos los cachivaches. Ahí se van recuerdos, se van momentos y no hay marcha atrás. Estoy recostado y me someto a la reflexión recurrente cuando observo ciertas actitudes, termino escribiendo un par de frases en la libreta y me pregunto: ¿Cómo las personas pueden aparentar felicidad?, cuando en sus caras se nota el fastidio y un listado de desagrados monumentales, pero ahí siguen intentando salvar lo que ya esta desparramado, queriendo sanar heridas con tan solo un poco de agua oxigenada, sonriéndose de forma fingida, haciendo como si el amor reinara en cada una de sus acciones y al menor descuido sale a la luz el desinterés, el reclamo, la confrontación.

Quizá sea un ambiente cómodo para los involucrados. Siguen teniendo ganancias y siguen esquivando cuestionamientos, continúan insistiendo en recuperar lo que desde hace mucho se perdió, prefieren sentir la erosión y la descomposición de lo que esta desolado, de lo que no tiene sentido, de lo que son simples y tontas apariencias. No se cansan de sentir el ardor en sus almas, persisten en atravesar hogueras cuando en cada paso hay un extintor, se mantienen en la contienda y siguen respirando partículas de indiferencia.

Al final esos locos inspirados en el aferramiento tendrán que tomar decisiones, ojalá tengan el chance de reaccionar, se les conceda el tiempo para tener un suspiro de conciencia y apagar todos los incendios. Espero que en algún lugar haya paracaídas, porque el clima no es muy alentador, deseo que haya un silencio estremecedor que los haga irse sin culpas y resentimientos, pero la historia todavía no llega ahí, seguirán acudiendo a las simulaciones de una vida increíble y comunicación plena.

Entonces se puede fingir felicidad con tal solo saber que camino andar, de que manera actuar, de que forma contar los acontecimientos, se puede pensar que se es feliz con encerrarse en una cúpula de satisfacciones individuales, de perspectivas llenas de ego, de escudos construidos con excusas y promesas incumplidas, se puede dosificar aquella efímera alegría con ratos de sana convivencia y diálogos repetitivos tomados de la costumbre que bosteza con el afán de seguir envejeciendo y luchando por no morir.

La felicidad es aliada del amor, si estos dos no se conjugan, no hay posibilidades para hablar de un sendero lleno de abundancia y verdades. Lastimosamente en la vereda de las apariencias, algunas verdades se ocultan, porque duelen, porque raspan, es ahí, cuando lo que según es felicidad es un mero tramite para pasar desapercibidos y que el mundo no detecte la discordia, la ruptura y la inestabilidad. Si hay gritos, enojos, reclamos, altanerías, desprecio, ahí no hay amor y no existen seres felices, esa es un verdad que perfora la escasa esperanza de permanecer en esos lugares incomodos.

Entonces los involucrados se la viven engañados y se la pasan engañando, demostrando lo que anhelan y lo que no sienten, es una bonita manera de falsear y seguir adelante. Es un método que resulta gratificante y que es necesario para evitar un caos, el cual ha rondado por muchísimo tiempo y es ignorado para no entorpecer la endeble estructura del compartir. No aparenten ser felices cuando no lo son, no quieran quedarse en un lugar donde la arena los hunde, donde nadie los escucha, donde patalean y piensan que todo se compondrá con pequeños versos de magia, no empeñen su paz por ratos de armonía.

Cuando los disfraces se desgastan todos se dan cuenta de la realidad, no hay forma de ocultar, la verdad permea y llega hasta esos lugares imaginarios que son inamovibles, ahí se descubren caras tristes y corazones infelices, ahí van flotando todos los intentos por detener la catástrofe.

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