Vámonos de viaje.
El viaje comenzó. Captaste
como una situación pasajera escalo hasta esta escabrosa escena que se ha
paralizado para que todos flotemos en un ir y venir, te burlaste, te quejaste,
te escapaste solo para sentir el placer de que era volver a lo que ya no existía.
Ahora estas con una maleta a tus espaldas buscando una región que este
desintoxicada, que este lejos de todos los demonios que se han soltado, quieres
redimir lo que hiciste, unos cuantos meses atrás, cuando la ignorancia se disfrazaba
de un dulcero añejo y anhelado por los tercos, que siguen sin cesar con la propagación
de una cruel y despiadada realidad.
Corres con todas las
fuerzas posibles, quieres alejarte del obscuro panorama, tienes ese temor
impregnado en la piel, sientes esa sed que provoca el pánico, los ojos te pican
como si ese hedor te hiciera una mala jugada. Te enojas contigo mismo y eso deberías
hacerlo por el resto de esta incertidumbre, porque fomentaste el miedo que
ahora es apabullante y es feroz, intentaras olvidar esta incógnita con luces, música,
con esa atmosfera de reflexión, pero la maldad esta consumada y nadie les amenazo
para que salieran sin restricciones. La vida es una y es ahora, y el ser
consiente también lo es, las imprecisiones están devorando las nuevas
esperanzas y nos invade de coraje.
Que viaje ten
desesperante por estos caminos deformes, los grotescos gestos que hacen, algunos
al leer las noticias, al escuchar los reportes y al enterarse que las prohibiciones
serán impuestas con un rigor insultante, que manera de desperdigar bonitos
momentos dejándolos quemar con los rayos solares, en este pavimento negro como
la mente de los que van una y otra vez quejándose, inventando culpas y
arrastrando injusticias. Las nubes se dispersan por todas direcciones, el
viento congela, las lagrimas se contienen, los gritos se ahogan, los rostros
son imperceptibles, los diálogos se pierden en la humedad de la vereda fangosa.
La niebla cubre todos los espacios, ya no puedes observar cómo esos monólogos te
destrozan, te patean y te abandonan, como parte del aprendizaje que no has
tomado en cuenta, porque la arrogancia te empuja y te revienta las escasas intenciones
de bondad.
Bonitas palabras son
las que se escuchan, parece que son una verdad amena y que abraza al viajero,
pero en el fondo hay esa crueldad, esa introspección que azota contra los muros
y que de manera despiadada se segmenta en un sinfín de mascaras que van
brillando y opacando una habitación con anuncios soberbios e irrespetuosos, llegara
el momento de emprender una aventura más y es ahí sentirás el dolor de la huida
que traes en esa maleta maltratada, te costara respirar por el esfuerzo de la ardua
subida hacia esa montaña que imaginas en sueños, que intrigante son todos esos
cuestionamientos que te pasan por la cabeza al escuchar algo que te incomoda, pretendes
no sentir, pero no eres de madera, confirmas que eres de carne y hueso.
La burla se ha
convertido en angustia, la queja en una constante. Por fin llegamos al destino,
este viaje nos ha acongojado, nos ha encerrado en un marco de contradicciones, nos
ha devastado y muchos siguen sin digerir la enseñanza, porque al final el miedo
termina siendo un indecoroso manifiesto de tragedia y perdición. Solo queda ver cuantos quedan petrificados y
cuantos mas van saltando al contenedor de salvación y serenidad, mientras la
insaciable ola de necedad sigue golpeando, no hay forma de regresar, no hay
boletos para volver a lo que algún día construimos y hoy esta modificado por la
insensata conspiración de esos fulanos ingratos y de mucha fe improvisada.
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